domingo, 20 de agosto de 2017

La leyenda de Laurinaga

LA MALDICIÓN DE LAURINAGA


            Corría el siglo XV, cuando es nombrado señor de Fuerteventura don Pedro Fernández de Saavedra, conquistador de profesión, que enseguida cobro mucha fama por sus aventuras con las damas del lugar. Se casó al poco de llegar con Dña. Constanza Sarmiento, con la cual tuvo 14 hijos, y además sembró la isla con unos cuantos ilegítimos.
            Uno de los hijos legítimos, don Luis Fernández de Herrera, también conquistador de jóvenes mozas, habilidad heredada de su padre, aunque la leyenda cuanta que no heredó la valentía para las guerras. Se encaprichó de una bella indígena, Fernanda, que no le hizo ascos, aunque tampoco lo acepto.
            Con el tiempo y ante la insistencia, ella acepta una invitación del galán para asistir a una cacería organizada por el padre de don Luis. Ese día el galán se las arregló para estar a solas con ella y almorzar juntos y solos. Cuando acabaron don Luis se la llevo a dar un paseo, llegando a una arboleda donde intento abrazarla. Ella no se dejó y como no podía defenderse comenzó a dar gritos y pedir socorro. Estos gritos fueron oídos por los cazadores que entonces advirtieron la ausencia de la pareja.
            Don Pedro y algunos cazadores se dirigieron allí, pero antes, un labrador indígena que también oyó los gritos, llego al lugar y trato de defender a la chica. En la pelea don Luis intento clavarle un cuchillo al muchacho, pero este hábilmente se lo arrebata. Durante esta trifulca aparece don Pedro que se precipito con su caballo sobre el campesino que cayó violentamente al suelo y murió.
            Al final de la escena, aparece entre los arboles la madre del indígena, viendo con indignación lo ocurrido allí. Al dirigir su mirada a los hombres allí presentes, su mirada coincidió con la de don Pedro y se reconocieron mutuamente, ya que este la había seducido tiempo atrás y el muchacho muerto era el fruto de aquellos amores.
            La anciana, se enfureció y le dijo a gritos que ella era Laurinaga, y que aquel muchacho era su propio hijo.  Entonces levanto los ojos al cielo invocando a los dioses guanches y maldijo aquella tierra de Fuerteventura, por ser señorío de este don Pedro y ser este el causante de todas sus desgracias.
            A partir de aquel momento. La leyenda cuanta que empezaron a llegar vientos del Sahara, que se quemaron las flores y la tierra se secó, convirtiendo toda la isla en un desierto, sin bosques, sin árboles, sin ríos, …


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